El líquido de frenos es un componente fundamental en cualquier coche y en el correcto funcionamiento del sistema de frenado. Es un fluido hidráulico que transmite la fuerza desde el pedal de freno hasta las pinzas o zapatas que actúan sobre los discos o tambores de freno para detener el vehículo.
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Historia y evolución
El primer líquido de frenos fue desarrollado en los años 20, pero este era a base de agua, lo que provocaba su congelación y corrosión de los componentes del sistema de frenado. En los años 30 se creó un líquido a base de aceite mineral que resolvió estos problemas, pero presentaba un alto punto de ebullición, lo que hacía que se vaporizara y perdiera eficacia con el uso prolongado.
Fue a partir de los años 60 cuando se comenzaron a utilizar líquidos de frenos a base de éteres de glicol, que ofrecían mayor estabilidad térmica y química, lo que aumentaba su vida útil y eficacia. Actualmente se utilizan principalmente dos tipos: DOT (Department of Transportation) y ISO (International Organization for Standardization), que cumplen con diferentes estándares de calidad y seguridad.
Inconvenientes y ventajas
Uno de los principales inconvenientes del líquido de frenos es su alto poder de absorción de humedad, lo que aumenta su punto de ebullición y puede provocar corrosión y fallos en el sistema de frenado. Es por ello que se recomienda cambiar el líquido de frenos cada dos años o cuando se haya recorrido una cantidad determinada de kilómetros.
Entre las ventajas del líquido de frenos se encuentra su capacidad para evitar la formación de burbujas en el circuito hidráulico, lo que asegura la eficacia de la frenada. Además, su bajo costo y fácil manipulación hacen que sea una tarea de mantenimiento sencilla para cualquier mecánico o propietario de un coche.
Coste de reparación o mantenimiento
El coste de cambio de líquido de frenos varía en función del tipo de coche y del líquido utilizado, pero en general se considera un coste bajo, que oscila entre los 50 y los 100 euros. Es un proceso relativamente rápido que puede llevarse a cabo en cualquier taller mecánico o con algunas herramientas básicas, pero siempre recomendamos acudir a un especialista para garantizar un correcto mantenimiento del sistema de frenado.